Carta a Mi Bombón

Querida hija:
Ahora que te tengo aquí a mi lado dormidita, colechando como nos encanta hacer cada noche, después de esa última toma del día de la tetita que tanto te gusta, te miro y me doy cuenta de lo mucho que has crecido, de como el tiempo ha volado desde que llegaste a nosotros. Hoy ha sido el primer día sin pañal, ha ido bastante mejor de lo que esperábamos, tres pipís dentro del orinal y tres fuera y el premio gordo en el orinal (premio que has hecho mientras yo trabajaba y a papá se le ha ocurrido la genial idea de mandarme una foto para que vea tu avance con el orinal, al verla me he preguntado si realmente era necesario y me he autorrespondido sabiendo que he sido yo quien ha creado al monstruo de las fotos). Fotos escatológicas aparte,
te miro y pienso en lo mucho que hablas ya, lo bien que te haces entender, lo claro que tienes el modelito que te pondrás cada mañana «eta amiseta no guta mamá, el del corasón sí mamá» lo voluntariosa que eres con tu «ayuyo mamá» y como tú misma te das cuenta de lo rápido que creces «yo soita mamá, yo pone sapato«.
Echo la vista atrás y pienso en todo lo que he aprendido gracias a ti, el amor, el verdadero amor, incondicional, incorruptible, sincero, desinteresado, indescriptible, incalculable, ese amor que siento por ti y que por más que lo intento, no puedo expresar con simples palabras, nunca había pensado que con tantas palabras para poder describir un sentimiento, fueran todas tan pequeñas y se quedasen tan lejos de lo que yo quiero expresarte.
Tú me haces querer ser mejor persona cada día, querer ser digna de ti y que el día de mañana puedas decir con orgullo «esa es mi madre» con el mismo orgullo que yo siento por ti. Me has enseñado también lo que es el miedo, miedo a que te pueda ocurrir cualquier cosa, miedo como el que sentí cuando tu pediatra nos mandó al cardiólogo para que te hiciese unas pruebas porque se oía un ruidito en tu corazón y el mío se paró de golpe pensando en qué podría ser, recuerdo esos horribles días, semanas, hasta que nos dijeron que era algo «sin importancia» un «soplo inocente» y al oir eso yo me elevé diez metros sobre el suelo.
Me has enseñado lo que es la felicidad,  esa felicidad que tú me produces con una simple sonrisa o una tierna mirada, cuando compartimos juegos, siestas en el sofá, conversaciones en tu idioma que ya casi es el mismo que el mío, estamos dejando atrás esa fase en la que sólo papá y yo hablábamos el tuyo y ahora ya todos te entienden.
En momentos como este, te miro y noto todo el amor que siento por ti y es tan grande que noto como me oprime el pecho y es que no me cabe en el cuerpo todo mi amor infinito por ti.
Te queda tanto por vivir, por aprender, por equivocarte, por descubrir y yo siempre voy a estar a tu lado para celebrar juntas tus victorias, abrazarte en tus penas (que ya me encargaré yo que sean las mínimas posibles) darte la mano si caes y ayudarte a levantar y enseñarte que siempre hay que seguir adelante.
Te esperé tanto tiempo y con tantas ganas imaginando cómo serías, desesperándome pensando en si realmente llegarías algún día, he llorado tantas veces queriéndote antes de que existieras y convenciéndome que llegarías y borrarías todo aquel dolor… y vaya si lo borraste, ahora sólo recuerdo imágenes de aquella época, tu amor me ha llenado completamente y no ha dejado sitio para ninguna tristeza que hubiese podido existir antes de ti.
Papá y tú sois todo para mí. Mi sueño hecho realidad. Él nos quiere tanto, no lo puedes imaginar, y no sólo nos quiere sino que nos lo demuestra de mil y una maneras distintas cada día, te digo un secreto… yo soy capaz de notar cuando me mira aunque yo no le esté mirando y cuando por el motivo que sea pasamos un rato separados siempre que nos reencontramos se nos escapa la sonrisa nada más vernos aunque estemos cada uno en una punta de la calle, me encanta pasear con él cogidos de la mano y notar como nuestras manos encajan.
Por eso y mucho más sé que él es el hombre de mi vida y que no podrías tener un mejor padre. Algún día tendrás la suerte de encontrar a alguien con quien compartir esa magia que tu padre y yo tenemos, porque ese amor es mágico y sólo cuando lo tienes, cuando lo encuentras, lo sabes, no se puede explicar, sólo se puede sentir.
En fin Mi Bombón, sólo quiero que sepas que la vida es maravillosa gracias a ti y a papá, que sois lo más grande que tengo, mi vida, mi motor, mi milagro, mi sueño,  mi ilusión, mi todo y que mis sonrisas se dibujan con el amor que vosotros me regaláis, que no necesito dormir para soñar, porque mi sueño lo vivo cada día, que os quiero, que os amo, que no puedo pedir más en la vida salvo mucha salud para todos para poder disfrutar de vuestra compañía el máximo tiempo posible, hasta que papá y yo seamos muy viejecitos y estemos muy arrugaditos y piensa que incluso más allá de cuando nuestros cuerpos ya gastaditos por el paso de los años decidan dejar de funcionar nuestras almas estarán siempre juntas, porque nosotros somos un corazón latiendo en tres cuerpos.
Te quiero hija.

16 comentarios en “Carta a Mi Bombón

  1. Una mamá muy feliz

    Madre mía que carta más bonitaaaaaaaaaaa!!!!!Me ha encantado de principio a fin…creo que compartimos tantas cosas!!!!

    Besossssssss

    PD: ya hablaremos sobre pis y cacas que no quería enturbiar este momento…

    Responder
  2. Gen

    Ay que me emociono….qué bonito 🙂 Lo de las fotos también nosotros somos así jeje no quiero que ni él ni yo nos perdamos nada de nuestro sagutxu 🙂 Un besazo!!

    Responder

Con la ilusión que me hace no puedes irte sin dejarme un comentario :)

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.